Hace exactamente un año empecé a vivir mis 27 años
sintiéndome de verdad fabulosa, sobre todo porque tenía el trabajo con el que
había soñado cuando apenas tenía 12. A esa edad veía Dragon Ball en el canal 5 (ahora lo veo online), leía
libros como El Perfume y soñaba con escribir en una revista. En ese entonces
estaba suscrita a VOGUE, y trabajar en Editorial Condé Nast era mi mayor deseo.
A los 18 años entré a estudiar Letras Españolas teniendo claro que mi pasión
por la Literatura me daría las herramientas necesarias para
trabajar en una revista. A los 24 años lo logré, entré a trabajar a 15 a 20, y
a los cuasi 27 entré a Glamour; había entrado, por fin, a Condé Nast. Lo tenía todo. Y así como
llegó, se fue. En Diciembre de 2013 me despidieron por involucrarme en una actividad que de ninguna manera pensé ofendiera a mi
revista, ni mucho menos a la empresa en la que tanto había deseado trabajar.
Mi casa se vino abajo en ruinas. La relación conmigo misma se
deterioró; como Santa Teresa, me azoté no el cuerpo, pero sí el alma; rompí mi
relación con el Cosmos y me autoflagelé muy duramente. Pero bien dicen que lo
que no te mata te hace más fuerte. Y aunque en un principio pensé que lo había
perdido todo, en realidad gané mucho más.
Bien dicen, también, que todo pasa por algo. Con tiempo
libre, tuve la oportunidad de visitar a mis hermanas y mi abuelita que viven
lejos; estreché lazos con mis amigos, porque a pesar de mi oscuridad, todos
supieron acompañarme y apoyarme de diferentes maneras; valoré más la relación
con mis papás porque fueron ellos quienes no iban a permitir que yo siguiera
cavando. Muchos buenos conocidos me buscaron para ofrecerme trabajo freelance, el cual me ha permitido valorar mi escritura y, además, lo inesperado: ver la vida
desde otra perspectiva y no desde la ventada de una oficina. Tuve, también, que pelearme
con el Cosmos para que me acogiera de regreso mejor que nunca. Al Budadharma,
dicen, no hay que buscarlo, él te encuentra. Agradezco profundamente que me
encontrase y me rescatase. Si no hubiera pasado por nada de lo anterior, seguiría
caminando automáticamente; hoy, cada paso, lo agradezco y lo disfruto. Así se
camina el Dharma, zen, aquí y ahora. Concientizo mucho ahora que mi relación con
la Divinidad, con el mundo y con la gente sea armoniosa, porque también es
cierto que todo lo que pasa es lo mejor que podría pasarnos. El Universo no se
equivoca. Todo está como tiene que estar.
Fabulosos fueron mis 27 años. Que así también sean los 28.
Dicho está. Así es y así será. Y finalmente, gracias, a todos ustedes por haber sido parte de mi vida este año.
2 comentarios:
Palabras llenas de positivismo, llenas de inspiración. Muchas gracias por compartirlas. Un abrazo. :)
No'mbre! Gracias a ti por leerme :D
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