Vivo polos opuestos: me gusta la literatura del Siglo de Oro y mi tesis de licenciatura la escribí sobre el concepto del amor profano en la poesía de Sor Juana... Pero también me gusta la vida banal de la Ciudad de México (y del mundo) y siempre he trabajado en revistas pop de moda y belleza. Y como yo, este blog también es bipolar y en él podrás enterarte de todo un poco...
Las intermitencias de la muerte no es, como mucha gente piensa, un libro que trata sobre la suspensión de la muerte en una sociedad; no, este es un relato simple y llanamente, sobre las intermitencias de la muerte, el personaje central que en la primera mitad del libro está ausente pero después hace una aparición que poco a poco se materializa para volver a desaparecer, y a quien veremos descrita hacia el desenlace en una de las imágenes más bellas de todo el libro como “mitad rosa mitad crisantemo”. Saramago repite su ya conocida fórmula que atenta contra la sintaxis ortodoxa, sólo que en obras como Ensayo sobre la ceguera está justificado, ya que la omisión de los signos de puntuación imitan el oído de un ciego; aquí francamente no lo entiendo. Otro elemento que explota es la metaliteratura, “Reconocemos humildemente que han faltado explicaciones, éstas y con certeza muchas más, confesamos que no estamos en condiciones de darle gusto de quien las requiere, salvo si, abusando de la credibilidad del lector, y saltando sobre el respeto que se debe a la lógica de los sucesos, uniésemos nuevas irrealidades a la congénita irrealidad de la fábula, comprendemos sin costo que tales faltas perjudican seriamente su credibilidad…” Pero no sólo habla del arte sobre el que está trabajando, sino que invita al lector a entrometerse en el relato “La muerte hizo un gesto de impaciencia, se sacudió bruscamente del hombro la mano fraternal con que la consolábamos y se levantó de la silla.” Pero, otra vez, no parece justificada tal intromisión.
Todo el universo ideológico acerca de la muerte, lo efímero, lo eterno, la corrupción de las instituciones, la vanidad del ser humano, se pierde en una estructura innecesaria.
Este libro te lo recomiendo sólo si no tienes nada mejor que leer, o bien, si te gusta Saramago, pero la realidad es que no es su mejor libro.
El narrador de dicha historia se ocupa de la subjetividad y no de la omnipresencia; en consecuencia, tendrá como cómplice la "intromisión", que incita a la búsqueda de una voz que no conocemos.
La sintaxis característica de Saramago no suprime los suficientes signos de puntuación, sólo omite hacer la diferenciación de diálogos. Para una macabra y exquisita supresión de dichos signos tenemos al famoso monólogo de Molly Bloom en la majestuosa novela de James Joyce o, en menor medida, de Reivindicación del conde don Julián de Juan Goytisolo.
2 comentarios:
Hola, qué tal.
El narrador de dicha historia se ocupa de la subjetividad y no de la omnipresencia; en consecuencia, tendrá como cómplice la "intromisión", que incita a la búsqueda de una voz que no conocemos.
La sintaxis característica de Saramago no suprime los suficientes signos de puntuación, sólo omite hacer la diferenciación de diálogos. Para una macabra y exquisita supresión de dichos signos tenemos al famoso monólogo de Molly Bloom en la majestuosa novela de James Joyce o, en menor medida, de Reivindicación del conde don Julián de Juan Goytisolo.
Saludos. Es agradable tu expresión lingüística.
Hola!
Gracias por pasarte por aquí y opinar :)
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