En un afán por darle
tregua a mi mente decidí leer algo “ligero”, así que después de haber
disfrutado infinitamente la película (y llorado las dos horas que dura porque
me proyecté) empecé a leer Comer, Rezar, Amar, que cuenta el viaje físico y
también interior de su protagonista y autora Elizabeth Gilbert. La verdad es
que a nivel literario no le encontré ningún valor. Los viajes los narra así,
tal y como son; lo que ves es lo que hay, lo que cuenta es lo que es, no hay
más, no hay ningún reto para el lector ni ninguna posibilidad de interpretación.
Simple y llano en forma y fondo. Así que te recomiendo que veas la peli y te
ahorres el libro, la verdad. Demasiada luz, demasiado optimismo, demasiada felicidad y un final feliz no le dieron la tan ansiada tregua a mi mente, ¡al contrario! Así que decidí volver
al origen, al subterráneo, y he empezado Abaddón el Exterminador de Ernesto
Sábato; entre las primeras páginas me encontré con esto “Sócrates y Sartre. Los
dos feos, los dos odiando su cuerpo, sintiendo repugnancia por su carne,
ansiando un mundo transparente y eterno. ¿Quién puede inventar el platonismo
sino alguien con tripas rellenas de mierda?” Y me digo a mí misma: Creo que esa es la paz, la aceptación de la fatalidad
del alma humana, es decir, su trágica condición de estar contenida en un
cuerpo que a la vez es su prisión y su única posibilidad de existencia... Sí, creo que ahí tengo posibilidades de encontrar la paz...
No hay comentarios:
Publicar un comentario