Maléfica

Como ya les he dicho en otras ocasiones, La Bella Durmiente es mi película favorita de Disney: amo la estética, muy medieval; la música es un deleite (porque está basada en el ballet de Tchaikovsky), tiene escenas espectaculares y su villana me parece fascinante. Así que imaginen mi emoción cuando me enteré que harían una película enteramente dedicada para contar la historia de Maléfica; la esperé meses y meses, y he aquí lo que me pareció.

DECEPCIONANTE. Sí, ya sé que Disney es su casa productora y, por lo tanto, en una historia de bien y mal tenían que justificar la maldad y hacer triunfar el bien. A mi parecer se toman demasiadas licencias con el guión que terminan por minimizar a una de las mejores villanas de cuentos de hadas. 

Maléfica es un demonio que vive en un castillo con catacumbas, allí, como vemos en La Bella Durmiente (1959), organiza bailes que le rinden culto muy probablemente a ella; sus sirvientes son seres repugnantes; su corona no puede soportar el hecho de no haber sido invitada a la fiesta de nacimiento de la princesa vecina. En venganza, todos lo vimos, le lanza una maldición de la que no se arrepiente. Para que se cumpla la maldición, secuestra a un príncipe y no teme pelear con él hasta la muerte. ¿Dónde quedó esa Maléfica? En cambio, en esta entrega, vemos que Maléfica es una hada que, tras ser víctima de la peor traición, la amorosa, se venga de su amado maldiciendo a su vástago. Y aunque esta escena es espectacular, todo lo demás decae. Maléfica crea una relación con Aurora que se convierte en Verdadero Amor; la princesa termina por conmover el corazón de la villana. La película tiene cosas buenas, como la ya mencionada escena de la maldición, la traición de Stephan y su posterior locura, los efectos especiales, la estética en general y la actuación de Angelina Jolie; pero también tiene cosas terribles, como la relación Maléfica-Aurora, la medianía del príncipe, el final (lo siento, pero sí) y, lamentable, el desarrollo psicológico del personaje principal. Incluso la canción de Lana del Rey, Once Upon Dream, desentona entre lo esperado y lo visto.

Quizá haga falta esperar una entrega que no sea de Disney para ver a Maléfica, el demonio, en todo su esplendor. Sabemos que muere al final convertida en dragón, derrotada por la Virtud y la Verdad (las alegorías representadas en la espada y el escudo del príncipe), pero qué importa, la muerte eterniza. 

A esta Maléfica, la extrañé.