La verdad el hombre del subterráneo no es propio de la Ciudad de México, quizá lo sea del mundo entero, pero como sea vale la pena dejar constancia de cómo me he encontrado, cara a cara y no sólo en los libros de Dostoievski, con él.
Ayer por la mañana, Poor Poor Joseph (mi coche) y yo salimos felizmente de mi casa rumbo al trabajo (no es exageración, los que me conocen saben cuánto me gusta mi trabajo en una revista ^.^). Bajamos por una calle, nos incorporamos al Periférico y en eso ¡PUM! Un camión de ePura se impactó contra nostros por el lado izquierdo al intentar dar la vuelta a la derecha. Me detuve, como es lo propio. Me bajé para ver los daños en Joseph… sí, le rompieron la quijada (Pobre, pobre José). El otro también se detuvo y se bajó.
- ¿No me viste? – pregunté tranquila.
- No. – me respondió. – Pero por el tipo de golpe, te van a echar la culpa a ti. - Ahora imaginen mi cara de WTF?!
- Pero tú y yo sabemos cómo estuvo. – le dije.
- Pues sí. – me respondió.
Hasta aquí, todo bien. Le hablamos a nuestros respectivos seguros. Llegaron. Y pasó lo inimaginable. El ajustador del otro le lavó el coco ¡oh sí! De repente, él no tuvo la culpa, él no aceptó nada en nuestra primera y única conversación, él ni siquiera iba a dar vuelta. ¡¿Quééé?!
- Tú sabes que estás mintiendo. – le dije enojada. Hizo como que la virgen le hablaba.
Esperamos apróximadamente 1 hora, a ver quién cedia. Mi ajustador decidió llamar a una patrulla. Llegó (¡Miedo 1000! Yo no confío en nuestro cuerpo policial). Nos fuimos al Ministerio Público. Ahí nos dijeron que una vez que iniciásemos una investigación, no habría marcha atrás. La verdad estaba de mi lado, así que yo estaba dispuesta a ir hasta las últimas consecuencias. Llegaron los respectivos abogados. Cuál es mi sorpresa cuando mi abogado me dice que tengo todas las de perder, pues ePura podía dejar su unidad en el corralón los meses que fuesen necesarios, yo no, ¡trabajo en el sur de la ciudad y vivo en el norte! Tendría, además, que pagar $50 por cada día que José estuviera ahí (¡¿Joseph en el corralón gooeeyy?! ¡Jamás!) tendría que estar yendo al MP y faltar al trabajo… Todo un show burocrático. “Lo mejor para ti, es retirarte.”, me dijo mi abogado. Tuve que ceder, retirar la demanda y retirarme aceptando que yo pagaría por los daños de José.
Qué asco me da la madre que educó a esos hombres, y qué lástima los hijos que educan (el ajustador y el conductor de ePura). Con la barbilla en alto (algo así como Scarlett O’Hara) me fui, (no sin antes saber el veredicto del perito, quien me declaró inocente ¡pff!).
Mi padre siempre nos enseñó (a mi hermana y a mí) a ser mujeres fuertes, a hablar firme y a no bajar la mirada, pero cuando me subí a José me solté a llorar, por la capacidad de mentir de aquel hombre, por su desvergüenza, por la porquería del ser humano, por la burocracia y la corrupción del sistema mexicano, por la preocupación que sentirían mis padres al saber que estaba ahí a merced de un sistema machista y corrupto, por el dolor que han de haber sentido al vernos nacer mujeres, a sabiendas de los obstáculos y peligros a los que tendríamos que enfrentarnos, sí, lloré por mi sino de ser mujer.
Inmersos en una sociedad como la nuestra, no queda más que seguir adelante y vivir la vida sin esperar que algún día el ser humano salga del subterráneo. La esperanza es, como dice Ovidio, una diosa falaz, y la ley del hombre “Chingaos los unos a los otros”, pero ello no significa que uno caiga en su inmundicia.
José irá al taller y quedará guapo como siempre, listo para seguir antreando en la Ciudad de México. (¡Ah! Es que José y yo somos el Dúo Dinámico, hemos ido a la mayoría de los lugares que aquí constan juntos, ya hasta la playa fue.)
2 comentarios:
Es realmente lamentable es sistema que nos gobierna, parece ser que al ser una autoridad debes traer en el curriculum " Altamente Corrupto" para poder tener esas relaciones, pero que esto no impida el no dejarnos, que con miedo no resolvemos nada !
Bien amiga, sigue con la frente en alto ! :D
También yo acabo de chocar :(
Qué mala racha para José y su primillo
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