La otra vez fui a tomar un trago coqueto
con una amiga. Y entre la plática, casual, me dijo: “Bueno,
tienes que entender que la relación de ‘fulana’ es más formal que la tuya…” La
plática siguió pero no por ello a mí no me hizo ruido su comentario. Tan me
hizo ruido, que mientras manejaba de regreso a casa pensaba en ello; tan me
hizo ruido que heme aquí escribiendo al respecto.
No pude evitar preguntarme: ¿Qué hace
formal –o en todo caso, informal- a una relación?
Yo llevo 7 años con mi novio. Juntos,
hemos vivido etapas clave en nuestras vidas: cuando nos titulamos, nuestro primer
trabajo y, por lo tanto, nuestros primeros pasos a la independencia;
operaciones quirúrgicas; los momentos más bajos de nuestra existencia, pero también
los más sublimes; juntos hemos viajado, por México, por el mundo y por la
psique. Ya cortamos y ya regresamos. Cada caída juntos sólo nos ha hecho
corroborar que somos un buen equipo de vida. Pero sí, hay algo extraño en
nuestra relación: somos libres; libres para decir, hacer y ser.
Si una relación formal significa que tu
novio te diga lo que tienes que hacer y cómo comportarte, si una relación
formal significa que tú obedezcas el patrón de personalidad que 'le gusta' tu novio, si una relación formal significa que frente a él actúas de una manera
y frente a tus amigos de otra, si una relación formal significa “no me
etiqueten en Facebook porque mi novio se puede enojar”, si una relación formal
significa no poder salir con tus amigas un sábado por la noche porque no puedes
despegarte de tu novio, si una relación formal significa necesitar un papel con firmas para legitimizar un amor... entonces yo soy muy, muy feliz con mi relación informal
y, francamente, espero que sigamos así muchos, muchos años más.
No pretendo herir susceptibilidades ni cuestionar las dinámicas de pareja de mis amig@s o de la gente en general, sólo estoy dando mi opinión. Así que, ¿tú qué opinas?
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