Vivo polos opuestos: me gusta la literatura del Siglo de Oro y mi tesis de licenciatura la escribí sobre el concepto del amor profano en la poesía de Sor Juana... Pero también me gusta la vida banal de la Ciudad de México (y del mundo) y siempre he trabajado en revistas pop de moda y belleza. Y como yo, este blog también es bipolar y en él podrás enterarte de todo un poco...
Otra vez mi amigo Yisus vuelve a aparecer en escena. Hace unas semanas me dijo que yo siempre hacía lo mismo los fines de semana, entiéndase ---> Beber. Y así como que lo mismo, pues ni tanto, porque en la Ciudad de México los lugares para comer, beber y echar desma son in-fi-ni-tos. Pero bueno, para cambiar la rutina y tener un fin de semana más cultural, obvio no hay que salir de la Ciudad de México, pero esta vez movámonos al Estado de México, a tan sólo 2 horas de la Ciudad comienza la Ruta de sor Juana (aclaro, así la he bautizado yo). Levántate tempra y lánzate primero a Nepantla, visita el Centro Cultural Sor Juana Inés de la Cruz, erigido sobre las simientes de la casa donde nació sor Juana. Parte el corazón verlo un poquito (o un muchito) descuidado, ya que no sólo está accessible, sino que es el lugar ideal para realizar actividades, ponencias y celebrar congresos, que estudios sorjuanistas hay, y muchos. De ahí, regresa un poco y ve a Amecameca, visita la Haciendo de Panoaya, donde sor Juana vivió con su abuelo. Convertida en un museo, la Hacienda es decepcionante. Imponente en sí misma, bien restaurada y bien conservada, no encontramos absolutamente nada rico ni relevante de la vida de la poetisa más importante de México, salvo la hacienda misma. Un centro recreativo atestado de niños se yergue en los alrededores y parece ser más visitado que la hacienda donde la niña prodigio de México dio sus primeros pasos a la brillantez. Sor Juana vivió en esta hacienda hasta los 13 años que se mudó, sí, a la Ciudad de México. Claro, todos los caminos llevan a ¡la ciudad de México! Visita el Palacio Nacional, donde sor Juana vivió como dama de la virreina Leonor Carreto hasta que ingresó al convento de san Jerónimo, actual Universidad del Claustro, ubicada en Izazaga no. 92 y donde sor Juana tuvo su período de mayor producción literaria.
La Ruta de sor Juana es una joya en sí misma, lo triste es que no ha sido cuidada, ni valorada ni promovida como merece una figura como la de esta monja. Elevada a Musa y a Fénix, sus compatriotas apenas conocen el verso “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón…”, ignorantes de que la producción de esta mujer es más rica que eso, un verdadero hito en la literatura de nuestro asimismo período más propio y más rico: el barroco. El sueño de sor Juana es, quizá, el portento más grande de nuestra literatura y el momento culminante de nuestra lengua. Así que este fin lánzate a la Ruta de sor Juana y de pasito sumérgete en su obra literaria, verás que es accessible y un verdadero portento de las letras hispanas.
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