Para esta entrada, Miguel Rohán,
quien tiene una Maestría en Literatura Hispanoamericana, me hizo el favor de apoyarme con un
texto en donde les recomienda leer Seda de Alejandro Baricco.
A Miguel lo
pueden leer en su blog, Elehazar, y seguirlo en Twitter: @miguelrohan.
¡Ojalá les guste!
Maggie.
"Antes de que las distancias se
acortaran gracias a los medios de transporte y comunicación modernos, el mundo
era un lugar mucho más misterioso. Viajar estaba estrechamente relacionado con
el comercio, los negocios y ganarse la vida, y no al placer de contemplar la
diferencia. Pocos eran los afortunados que podían conocer una ciudad distinta a
la que habían nacido y, entre ellos, todavía menos los privilegiados que podían
conocer otro país.
En una época en que lo local era la
única realidad, el extranjero –como personaje y punto geográfico– pertenecía en
gran parte a la fantasía. Quizá por eso Seda,
del italiano Alessandro Baricco, sea un relato tan liviano como un sueño
adolescente: deseo en su más pura y trágica expresión.
Hervé Joncour, un comerciante textil
en la Francia
del siglo XIX, descubre la sensualidad japonesa durante los viajes que realiza
para comprar gusanos de élite. Por entonces, Japón se encontraba
voluntariamente clausurado, renuente a cualquier contacto con Occidente, por lo
que sus transacciones tienen que ser clandestinas y fugaces. Esta dinámica lo
acerca a la mirada de una mujer que, para su sorpresa, es diferente a los demás
habitantes de la isla: sus ojos, sin la forma característica de los
orientales, lo inquietarán cada vez que lo miren.
Aunque Joncour es casado y la mujer
también, precisamente con el comerciante japonés que dispone de los
maravillosos huevos, el deseo brotará entre ambos, aunque será tan sutil y
efímero como el roce de la seda. Las implicaciones, sin embargo, serán más
grandes: incomprensibles a final de cuentas para ambos, pero sobre todo para
Joncour.
Traducida a 16 idiomas, Seda es la invocación de una época en la
que enamorarse dependía más de las emociones lentamente asimiladas que de la
necesidad frenética –y contemporánea– de llenar un vacío incomprensible.
Artículo de lujo entre la literatura de nuestra época, se lee de principio a
fin en lo que una tarde se convierte en noche.”
Miguel Rohán
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