– Pruden, ¿qué hice yo mal? ¿Qué le hace falta?
– Le sobras tú, niña – dijo Prudencia Migoya jalándola de una mano para sentarla junto a ella –. Cuando los hombres inventan irse de repente, cuando pasan sin aviso de la adoración al desapego, es cuando ven a su mujer más crecida de lo que soportan.
Ninguna eternidad como la mía,
Ángeles Mastretta.
La otra vez platicaba con una amiga (a la
que le acaban de romper el corazón recién reparado, damn!) de por qué esos hombres que tanto amamos simplemente se fueron. Ella lanzó las preguntas:
“¿Acaso soy muy fea? ¿O acaso soy mala persona?” Y a mí me llegó a la mente una
de mis lecciones budistas que casi no pongo en práctica, pero que en ese
momento recordé y solté sin más: “No te lo tomes personal.”
El budismo dice que las cosas que nos
hace la gente, buenas o malas; o las cosas que nos dice la gente, buenas o
malas, vienen desde su propia experiencia, sus propios miedos o sus propias
carencias. ¡No tienen nada qué ver con nosotros! La gente emite juicios
reflejándose en nosotros, nos usan como espejo y nosotros cometemos el error de
caer en su juego y creernos lo que nos hacen o dicen, tanto si es positivo como
si es negativo. ¡Y ojo! Porque lo mismo aplica con uno mismo: todo lo que criticamos
en las demás personas, es reflejo de una parte que no nos gusta de nosotros
mismos.
Así que si ese hombre te engañó, se
ausentó, te mintió o se acobardó, no tiene nada que ver contigo; actuó desde
sus propios miedos. Piensa en ello cada vez que comiences a autoflagelarte y a
cuestionar tu belleza, tus virtudes y tu valor. No tomarte las cosas personales
es unas de las claves para liberarnos del Samsara y alcanzar el Nirvana.
Suena fácil y no, no lo es. Yo también me
he flagelado y también me he cuestionado a mí misma por tratos que he recibido,
tanto de mi ex como de gente a mi alrededor, pero ahora me lo repito cada vez: “No te
lo tomes personal. Él/ella actúa desde sus propios miedos.” Y dicen que la
práctica hace al maestro.
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