Todo este
cuentito de la mujer independiente está padre, pero qué pasa cuando estás sola
como un perro inmundo en medio de la ciudad a las 3 am con la batería de tu
coche descargada… ¿no quisieras tener a un hombre a tu lado?
La cantidad de
cosas accidentadas que me pasan a mí son directamente proporcionales a la
cantidad de tiempo que me la paso en la calle… en la noche… en cualquier zona
de la Ciudad de México… sola… Como toda relación amorosa, mi relación con la
Ciudad de México tiene altibajos, algunos de ellos han sido el parquímetro, la
cárcel (esa historia no se las he contado) y, esta vez, una batería descargada
en medio de Coyoacán a las 3 am.
Salí con mis
amigos a caminar y visitar bares de Coyoacán ahora que el clima en la Ciudad de
México está súper rico y caminar por la Ciudad y disfrutar de sus terrazas es
un must. Ya en la madrugada, caminé
con uno de ellos a mi coche, nos quedamos platicando las horas, con la genial
idea de tener el radio prendido, escuchando el Bleach de Nirvana (aunque
ahora que lo pienso y por el tiempo que pasó, escuchando toda la discografía de
Nirvana), en eso, cuando finalmente
nos despedimos ¡zaz! ¡mi coche no arrancó! Lo peor fue cuando paramos a un taxi
para que me pasara batería y no supo cómo hacerlo, porque el coche se apagó
total y absolutamente. Terminé hablándole al Seguro (lo que por cierto debí
haber hecho desde el principio) y una grúa arrastró mi pobre coche azul a mi
casa, a donde llegué desvelada, histérica y sí, sola, a las 6 de la mañana.
Seamos honestas,
cuando estamos metidas en un aprieto de esta naturaleza, ¿no quisiéramos que
nuestro hombre, NUESTRO hombre, estuviera allí para solucionarlo? ¿no
quisiéramos tener la completa y absoluta seguridad de que nada nos va a pasar
porque estamos con nuestro hombre que nos cuida? ¿no quisiéramos que cuando
estamos en medio de la histeria nos abrazara y nos dijera que todo va a estar
bien? Ya saben, sentir esos brazos de hombre, protectores y consentidores, alrededor
nuestro…
Este es el punto
en el que tengo que confesar que perdí el control. Me hice mil historias en mi
cabeza sobre lo que le podía haber pasado a mi coche y los $15,000 que tendría
que pagar por el reparo, y entre la incertidumbre mecánica, la histeria
económica y la cruda realidad de la soltería que cae como un yunque, lo único
que quería era llorar e irme a mi casa. Mi amigo que estaba conmigo en ese
momento fue blanco de toda mi malacopez, así que le debo un disculpa por no
valorar que estaba conmigo en ese momento.
Hay tres cosas
que rescatar de esta reflexión: la primera, no estás sola, tienes amigos. La
segunda, no importa qué tan mujer independiente te consideres, hay situaciones en
que siempre hace falta un hombre (pero el propio) a tu lado. La segunda,
siempre ten un Seguro de auto, te sacará de cualquier apuro a la hora que sea,
en donde sea que estés.
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