Dice mi hermana que con la madurez aprendes
mucho más rápido a distinguir qué cuate es para ti y cuál de plano no; que eso
que me tomó 7 años, ahora lo sabré mucho más rápido y no porque sepa lo que
quiero, sino porque ahora sé lo que NO quiero.
Hay muchas tonterías que yo SÍ quiero en
un hombre, como que le guste el rock y no el pop, que antes escoja una stout
que una lager, que analice horas y horas conmigo la psique de Anakin Skywalker,
que tenga algo de junkie, que tenga una relación consciente y estudiada con
dios, el que sea que sea; que odie al sistema aunque tenga mucho de
capitalista, que no le vaya al América o al Real Madrid, que le guste leer y
que se clave, que tenga buena ortografía; que sea algo vagabundo, como yo; que prefiera los Converse a los zapatos… Entre todos estos detalles tontos,
hay otra cosa que me he dado cuenta que quiero muchísimo en mi próxima pareja:
que me inspire.
No necesito que mi hombre me ayude ni que
me extienda una mano, pero si con su ejemplo me inspira a ser mejor, como
persona y como profesional, creo que podría olvidar algunas de las peticiones
anteriores.
Definitivamente sé que el hombre del que
me quiero enamorar es un triunfador, y no porque tenga el mejor puesto o el
mejor sueldo, sino porque su actitud ante la vida es la de un ganador; un
hombre que se levanta todos los días lleno de energía, que va a trabajar a
partir madres y no a quejarse de su jefe, que no teme tomar riesgos, que sabe
que todo pasa y que todo mejora, que entiende que del trabajo y del esfuerzo no hay
salvo recompensas; un hombre para el que el “no” es inexistente y las
soluciones son infinitas. Un hombre, en fin, para el que la vida es una
oportunidad. Este tipo de hombre no es una utopía, existe. Lo he conocido en
algunos amigos míos.
Mi amigo Sam, que corrió conmigo el Rock‘n’ Roll Marathon, cumplió con sus 21 km después de haber enfiestado toda la
noche del sábado, ¿y saben por qué lo logró? Por su actitud ante la vida, de
ganador. Mi amigo Joel, ante unas dudas que surgían en mi cabeza, me dijo: “Si
no te da tanto miedo, es porque no vale tanto la pena”… y bueno, su historia profesional abala sus palabras. En fin, son sólo un par de ejemplos, porque la verdad es
que muchísimos de mis amigos tienen una actitud ante la vida positiva, práctica y me inspiran en muchos sentidos.
De manera que mi hermana tiene razón,
ahora sé qué NO quiero en un hombre: una actitud negativa, fatalista y
derrotista. En cambio, SÍ quiero a un ganador que me inspire a también ser una
ganadora y que juntos, no él por su lado ni yo por el mío, caminemos con nuestros Converse conquistando metas. Namasté!
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