Fui con un amigo
a ver El último cigarro que, muy burdamente explicada, trata de un ligue; sí,
un ligue entre un nombre y una mujer que se conocen en un bar. Al finalizar la
obra, mi amigo y yo platicábamos sobre lo difícil que es ligar. Y la conclusión
a la que llegué es que es difícil porque uno no puede ser uno
mismo.
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El viernes estaba
en un bar con otro amigo y ahí se encontró a un amigo suyo; lo invitamos a sentarse con nosotros. Él venía con una chica y, después de preguntarles de dónde
se conocían, confesaron que era la primera vez que se veían porque se
habían conocido en Tinder. Entonces no pude evitar notar su evidente tensión:
¿era porque mi amigo y yo estábamos ahí? ¿o era porque era su primera cita y
hay que quedar bien? Yo sé las cosas que no debo hacer en una primera cita,
aunque eso signifique dejar de ser yo misma: no reír a carcajadas, no decir
demasiadas groserías en una misma frase, no atascarme las palomitas en el cine,
no ingerir más alcohol que él, etc. No actuar como uno mismo crea tensión, entonces ¿por qué hay que jugar a ser otra persona o por lo menos un modelo de chica?
¿Es que acaso eso augura el éxito de la cita? Ya saben, porque tampoco hay que verse fodonga
pero tampoco arreglarse demasiado; no hay que besarlos esa primera cita aunque
quieras y también tienes que ofrecerte a pagar ‘aunque sea la propina o el
estacionamiento’, porque si no te ofreces eres una interesada, pero si te
ofreces a pagar la mitad de la cuenta, entonces era demasido hombruna,
¡aaaaaah!
Finalmente ayer
experimenté que ligar es, efectivamente, difícil. Fui al cine con un cuate y de
regreso en mi casa sólo podía pensar lo mucho que había extrañado a un amigo
con el que voy mucho al cine: porque con él puedo decir y hacer tonterías, con
él me atasco las palomitas y nos reímos a carcajadas en las películas de
comedia; con él, en fin, puedo ser yo misma. Ayer en cambio, el cuate en
cuestión me dijo que por qué era una exagerada. ¡¿Una exagerada?! Bueno sí, es
que yo soy bien gritona y me río a carcajadas y si me da un ataque de risa no
puedo parar. Y quizá eso para él fue ‘exagerado’; quizá el modelo de chica con
la que él quisiera salir es mucho más moderada. Yo no soy esa chica. Resultado:
tensión en toda la cita. Porque a partir de ese momento decidí que había que sentarse bien, no reír demasiado fuerte
y actuar prudentemente. Resultado: fracaso de la cita. Regresé a mi casa
sintiéndome incómoda, y él seguramente se fue pensando: 1. ¡¿Qué onda con esta
vieja exagerada?! 2. ¡Qué weva de vieja que estaba tensa! Si vuelvo a salir con él, ya les contaré; si no, pues ya sabemos que es porque soy una exagerada...
En fin, el ligue
es un juego. Y si queremos ganar algo, tenemos que seguir las reglas. Si no, es
probable que termines una noche de fin de semana en tu casa, sola, escribiendo algo sobre la
soltería…
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