Este post es muy personal. Si vas a sentir pena ajena, no sigas leyendo; de lo contrario, continúa: ahora que soy soltera, a veces me dan crisis tipo Samantha Jones, pero la
realidad es que de Jones lo único que tengo es Bridget. Así que les voy a
contar mi vergüenza más reciente y no porque me guste ventilar mi vida privada,
sino para-que-aprendan de mis errores.
Primero lo primero: por muy cool que te consideres, eres
mujer, eso significa que por lo menos un par de días al mes estás a merced de
tus hormonas y el resto de los días sí es no, no es sí y nada es todo; está
bien, es propio de tu naturaleza femenina. Tu date/ligue/fuck buddy/novio es
hombre, eso significa que sí es sí, no es no y siempre está cool… genuinamente
cool.
Así que, después de esperar ver por segunda vez a cierto cuate en cuestión, me desesperó no saber nada de él, que no me
escribiera, que no me llamara… ya saben, porque soy mujer. Y aquí empieza la historia: yo esperando junto al teléfono, creándome fantasías propias de mi mente femenina.
Al no saber nada de él, entre cosmopolitans y con rolas de Yuri de fondo, platicaba con amigas
al respecto y sobre lo “pocos wevos” que se han vuelto los hombres: ¿por qué ya
no nos invitan a salir? ¿por qué ya no dan el primer paso? ¿por qué ya no toman
la iniciativa? ¿por qué empezaron a jugar juegos, como nosotras? Juegos tipo:
dejaré pasar una hora antes de contestarle el mensaje. O: no la invitaré a
salir hasta el jueves, para que no piense que estoy desesperado. Y la
conclusión de todas fue: los hombres han perdido los wevos. ¡Error! Todas esas historias son conclusiones femeninas, cosas que haríamos nosotras; claro que
no me daría cuenta de nuestro error hasta pasado lo siguiente:
Decidí tomar al toro por los cuernos,
poner las cartas sobre la mesa y, en fin, tener los wevos de escribirle a dicho cuate en
cuestión y preguntarle directamente, como mujer independiente, adulta y madura que soy; y mi speech, en resumen, decía
lo siguiente: “Me da flojera la incertidumbre, ¿quieres o no quieres?” ¿Saben
qué me respondió él? Algo así como: “Quiero, pero a veces estoy muy ocupado; y
cuando yo he podido, tú has estado ocupada; a veces las agendas no empatan. Me
encanta cuando nos podemos ver, pero si no, no pasa nada.” ¡Ooooooooooooso! Sí,
quedé como una idiota desesperada.
Así que, querida amiga soltera, hay tres
lecciones que te invito a aprender de esto:
1. Los juegos del ligue los jugamos sólo
(y solas) nosotras, las mujeres; para ellos no hay zonas grises, todo es blanco
y negro, porque así son los hombres, simples, prácticos y muy cool. ¡Los amo y
me dan envidia!
2. No es verdad que hayan perdido los
wevos, simplemente nosotras nos creamos fantasías en donde, si ellos no actúan
tal y como nuestro guión dicta, comenzamos a desesperar e inventarnos más
fantasías.
3. A ÉL NO LE GUSTAS TANTO. Cuando un
hombre tiene 100% interés en ti, es verdad que te va a buscar hasta debajo de
las coladeras y a pesar de las agendas ocupadas.
Así que después del osazo que me aventé,
sólo les puedo decir que hay que pensar con la cabeza muy fría (¡como ellos!)
antes de actuar. Para mí estuvo bien dejar las cosas claras, pero está claro
también que me tengo que mudar de ciudad.
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