Ya se viene el Día de la Mujer... ¡me caga! Lo único que hacen ese tipo de días es marcar la desigualdad. ¿Qué sigue? ¿El Día del Negro? ¿El Día del Judío? ¿No se supone que somos iguales? ¡Por eso yo no soy feminista! Porque creo que mujeres y hombres no somos iguales y… mejor lean mi posición acerca del feminismo aquí.
En fin, es un buen momento para reflexionar sobre la liberación femenina. ¿En qué momento perdió fuerza? Cuando tenía novio, mi gran pelea con las
feministas era la igualdad de derechos que exigían en sus relaciones pero eso
sí, desde su pedestal de “princesa”: tú y yo somos iguales pero tú paga la
cuenta, ven por mí, pasa por mí... Ugh! Prestaba atención a ese tipo de cosas
por mi propio contexto, pero ahora que soy soltera me he encontrado con que,
con respecto a la sexualidad femenina, ni siquiera las feministas han dado un
paso adelante.
Estamos en pleno siglo XXI y los
prejuicios contra de la sexualidad femenina están más vivos que nunca: seguimos
siendo zorras o putas si nos acostamos con quien se nos dé la gana cuando se
nos dé la gana; seguimos exigiendo falsas cortesías para un simple acostón;
seguimos creyendo que nosotras no debemos tomar la iniciativa; seguimos siendo
divididas entre fuck material y girlfriend/wife material por el simple
hecho de vivir o no a plenitud nuestra sexualidad; todavía existe eso de no
tener sexo en la primera cita si el cuate nos gusta “bien”… Say what?! Si me gusta bien, ¡me lo
quiero dar! ¿O no?
Durante muchos años me fui dando cuenta que la lucha por la igualdad era una farsa y una conveniencia para
cierto tipo de mujer, aquélla que le gusta decir "Lo tuyo es mío y lo mío es mío", pero nunca pensé que dicha lucha estaba tan estancada. El sexo quizá no es una necesidad biológica del cuerpo, pero es un placer al
que podemos acceder por igual tanto hombres como mujeres. Disfrutar tu
sexualidad, haber tenido más de una pareja sexual o, ahora que eres soltera,
tener la posibilidad de ponerle con-quien-se-te-antoje, no te hace mejor o peor
como mujer ni como ser humano. Puedo entender por qué a los hombres les cuesta
trabajo comprenderlo, pero tú, mujer, ¿por qué te autosaboteas?
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